DESPIERTA
Me despierto por la mañana y me levanto. He dormido bien. Me aseo, me visto y preparo el desayuno bien dispuesto. Luego vacío el vientre, me lavo la boca, reúno las pertenencias necesarias y salgo de casa. Bajo en el ascensor al garaje; me siento contento, todo en orden, sin preocupaciones a la vista. Monto en el coche y salgo a la calle. El día está nublado y la temperatura es agradable; motivo de más, después de varios días de sofocante calor, para afrontar el día con buen ánimo. Callejeo un poco antes de incorporarme a la autovía y en un cruce, sin que lo vea venir, un fuerte golpe en el costado del coche me zarandea con violencia y me despierto asustado. Sólo ha sido un sueño, comprendo aliviado. Miro el despertador; falta poco para que suene; desconecto la alarma y me levanto. Me aseo, me visto y antes de preparar el desayuno observo que la luz del salón se ha quedado encendida toda la noche; la apago, abro la ventana para ventilar la casa y me asomo a mirar. El día está nublado pero hace buena temperatura. A pesar del sobresalto al despertarme he descansado bien. Desayuno y luego vacío el vientre, me lavo la boca, me pongo colonia y cojo la cartera y los adminículos necesarios antes de salir de casa. Bajo en el ascensor al garaje y salgo a la calle en el coche. Callejeo un poco y antes de llegar al cruce donde en sueños he sufrido el accidente comienzo a angustiarme, cada vez más según me acerco, hasta que me despierto agobiado y descubro que no estoy en mi cama; es un hospital, estoy en un hospital y me siento aturdido y cansado. Me duele una pierna, me la palpo y descubro aterrorizado que me falta, que no tengo esa pierna, me la han cortado, doy un grito de espanto. No puede ser, es un sueño, quiero despertar. Entra una enfermera y le pregunto: ¿verdad que es un sueño? Ella me mira en la penumbra con lo que a mí me parece una sonrisa impenetrable.